domingo, 1 de junio de 2008

ARGENTINA: LA CATEDRAL DE BUENOS AIRES OCUPADA

Un grupo de seis Madres de Plaza de Mayo, encabezado por su presidenta Hebe de Bonafini, habían iniciado el 29 de enero un ayuno de protesta dentro de la Catedral Metropolitana, por la falta de entrega de fondos estatales destinados a sus proyectos de viviendas populares en la capital argentina.

Parece que Hebe tiene por abogado a Shoklender “(aquel que asesinó cruelmente a sus padres sin concederles derecho a nada, y hoy dicta cátedra sobre Derechos Humanos)”. El grupito permaneció unas horas en la Catedral, en la que “improvisaron un baño junto al Altar, dejando allí sus miasmas y defecciones –en un balde– al retirarse”.

“El País se enteró finalmente porque una voz; una sola, se alzó en severa queja. No la del Cardenal Bergoglio, como se podría esperar, sino la del rabino Sergio Bergman, que envió una carta realmente memorable al diario La Nación. La única voz que se alzó desde el Gobierno fue la de una legisladora, también judía, la Diputada Nacional Nora Ginzburg. Ningún católico, ningún evangélico, ninguna asociación civil, ningún Obispo.”

Algunas palabras del artículo del Rabino fueron: “La profanación de la Catedral Metropolitana no fue sólo perpetrada por quienes la tomaron, sino, sobre todo, por aquellos que sabemos y no nos sinceramos. Es la acción de algunos pocos pero, tanto o más, la omisión, el silencio cómodo y cómplice de quienes, viendo todo, no hacemos nada. (. . . )

Lo paradójico es el silencio masivo frente a este hecho que, público y notorio, fue rápidamente disimulado y silenciado. Si se hubiera realizado la misma acción de presión ingresando en una sinagoga o en una mezquita o algún otro templo de cualquier confesión, sé que la reacción hubiera sido inmediata, masiva y de repudio”. A este Rabino podríamos decirle lo que Cristo a aquel fariseo sincero: “No estás lejos del Reino de Dios.” En la foto, la fachada de la Catedral.

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